Estudiar Letras en un país con tantos conflictos parece vano y frívolo. Muchos nos reclaman, -a veces con razón- que vivimos de espaldas a nuestra realidad; egoístas como somos, pasamos la mayor parte del tiempo encerrados en torres de libros que nada tienen que ver con las cosas que suceden en nuestras casas y en nuestras comunidades y por eso con frecuencia nos acusan de haber elegido esta carrera en una suerte de rebelión contra todos.
Sin embargo, yo creo que estudiar Letras es una forma darle sentido a todo esto que pasa, es cohesionar y darle coherencia a lo que parece caótico y confuso. Cuando Ludovico Silva escribió “el arte es ocio, todo lo demás negocio” no quería decir que somos todos unos vagos indolentes porque nos gusta el arte y estudiamos literatura, al contrario, más bien apuntaba que el ocio es una manera de entender la vida y lo que pasa a nuestro alrededor. El ocio, paradójicamente, es la negación de la inmediatez y lo fácil.
El papel que cada uno de nosotros, como estudiantes de letras, jugamos en un país tan divido y polarizado, no puede ser el de aislarnos como demiurgos del siglo XIX a crear nuevas comunidades y patrias imaginarias, pero tampoco puede ser el de entregarnos al facilismo del enardecimiento vacío y a la violencia sin razón. Estudiamos letras, no vivimos letras. El ocio es una herramienta, no un manual. No es baladí ni fútil, más que nunca, nuestra carrera debe ser un instrumento, no una vida.
Ante todas las cosas tan lamentables que han ocurrido en estos días, sólo me queda la convicción de que si seguimos viviendo la carrera como si fuera una realidad alterna o como si la literatura nos salvara de nuestro país y nuestro mundo estará irremediablemente condenada a perecer. En medio de todo el caos que vivimos, más que nunca me doy cuenta de que vivir letras no puede ser la respuesta. Debemos enfrentar el mundo con las herramientas que nos da la carrera, debemos participar en nuestra realidad, en última instancia lo que nos queda es una profesión, debemos convertir el ocio en negocio, el conocimiento en práctica, no el conocimiento en vida.