Poemas de Montserrat Álvarez

Pesadilla N. 2: plegaria

Oh Señor

mis alas son muy pequeñas mi cuerpo es enorme

mis senos son como cúpulas de altísimas catedrales blancas

nubes titánicas

mis brazos y mis piernas son tan largos

que se pierden en el horizonte

mi corazón,

lleno de lava roja,

es amplio como el fuego del centro de la tierra

Mis alas son las de un pajarillo

Señor no puedo llegar a donde estás

Necesito alas más grandes, Señor, alas más poderosas

para poder alzarme y no seguir inerme

Necesito las alas de los monstruos anteriores al hombre

para poder alzarme hasta Tu altura en toda mi potencia alas de

pterodáctilo

Reclamo el poder digno de mi espíritu inmenso alas de ángel de

arcángel de demonio

Y  no este estar aquí, a merced de todo, vulnerables cual joven

fruta ciega

Gato sin uñas, libre con taquicardia, farsa, burdel, amenaza

irrisoria

Oh Señor, necesito alas más grandes, alas

mucho más poderosas.

 

Decadencia

 

Más alto que el vuestro es mi corazón

desde que amo;orgulloso y feroz, sabe rendirse,

aunque niegue, con sardónica risa,

todos los infortunios de la vida.

 

¿En cuánto valoraréis mi amor, lectores de poemas?

¿En cuánto tasaréis cada verso, escrito con violencia y sin escudos?

¿Os gustará, tal vez, más mi época frondosa,

cuando lejos de los dioses y cerca de los demonios se movía mi pala-

bra,

más soberbia, más implacable, más gélida?

¿Hablaréis, tal vez, de decandecia?

 

La muchedumbre, de la sois parte,

tan sólo adora al déspota; el desprecio

es fuente de su amor, y los criados

únicamente honran al que insulta.

 

Joven seminarista

 

Joven erguido, de frente serena,

hermoso cuerpo de veinte años, que debieras

desnudar cada noche en una cama ajena

Tu piel morena, tu poblado cerco

de pecho que brillaría cual bronce bajo de la luna,

tu corazón que de amar desespera

Impetuoso, en las soledades de tu alcoba

y antes de cada confensión te recreas

en tu propia belleza perecedera

y tomas con tu mano culpable el cetro de tu pasión

Joven de esbelta cintura,

fino cuerpo de veinte años, que debiera andar desnudo,

aguarda la postrera

fealdad de tu vejez para cubrirte de látigos y cuerdas

y no hieras

esta carne orgullosa de obstinación primera

No hieras tu entraña suave

ni el tibio terciopelo de tu carne

Desea

el suave musgo púbico, la extrema

herida de la noche y la materia.

 


Monserrat Álvarez (Zaragoza, 1969). Publicó los poemarios Zona dark (1991), Underground  (2000), Alta suciedad (2005). Nerópolis (2006).

 

*Poemas tomados de la Antología de Poetas Peruanas compilada por Eloísa Cartonera.*

Autor: Gabriela La Rosa

(Caracas, 1993) Le gusta leer y escribir cuentos. Estudió Letras en la Universidad Católica Andrés Bello. Cuentos y poemas en los portales de Digo Palabra, Err- magazine y Revista Ojo.