Ponencia leída en la XI Jornada de Jóvenes Críticos
En el año 1984 durante febrero y marzo, Michel Foucault dictó en el Collège de France el seminario titulado El coraje de la verdad, fue el último que dictó debido a que ese mismo año en junio, Foucault moriría. Dicho seminario tuvo como objeto el estudio de la verdad, llevado por esta motivación se dio el estudio de la vida de los cínicos.
Antes de adentrarnos en el cinismo y particularmente en la clase que Foucault dedica a la hipótesis de las posteridades del mismo, especialmente el apartado del arte, es relevante hacer mención al término parrhesía, que significa hablar franco, este hablar franco implica una valentía ya que cuando se dice la verdad, esta debe conllevar un riesgo, así mismo el hablar franco tiene que ser una verdad intrínseca si no, no sería parrhesía. El discurso veraz tenía distintas formas, para el interés de este trabajo sólo haremos mención a una, ésta es: el decir veraz de forma polémica, es decir, una verdad que entra en lucha, una verdad parrhesiástica.
Por otro lado, el discurso no fue lo único en lo que se quedó la práctica del cinismo, el cínico debía hacer de su vida una constante representación de la verdad, lo que deja en claro uno de sus mayores representantes: Diógenes, cuando se masturba públicamente; el filósofo lo hizo alegando que si el comer era una necesidad y se satisfacía públicamente, el sexo era a su vez una necesidad y por tanto podía satisfacerse de la misma manera.
Siguiendo esta línea, el cínico debía encarnar la verdad y esto estaba precisamente relacionado con la manera en que llevaba su vida. Foucault expone las máximas bajo las cuáles la vida es verdadera, estas son que: debe ser una vida transparente, debe ser una vida sin mezcla , una que encarne pocas o una máxima, debe ser una vida que siga las leyes y finalmente, debe ser una vida que no cambie. Ahora que se han revisado estos conceptos vayamos a la clase del 29 de Febrero en la que Foucault plantea la hipótesis de las posteridades del cinismo, de cómo siguió el cinismo como práctica, como manera de ser, antes de adentrarse en estos planteamientos, Foucault hace mención a una serie de ideas que tienen que ver con el cinismo como una forma de individualismo, cuestión que conviene mencionar, del texto Der Mut zum sein (El coraje de ser) de Tillich, de 1953:
“Utiliza el término Kynimus para designar el cinismo antiguo (…) y de ese cinismo hace derivar, pero con diferencias notables, considerables, el Zynismus contemporáneo (…) del que dice que es el coraje de uno mismo de ser su propio creador” (Foucault, M. El coraje de la verdad, pp:190)
Esto lo relaciona con lo escrito por Heinrich en Parmenides und Jona de 1966 quién siguió la distinción de Tillich:
“(…) El Kynismus antiguo sería – en respuesta a la destrucción de la ciudad y la comunidad política de la Antigüedad clásica- una forma de afirmación de sí mismos que, al no poder ya tomar referencia ni apoyo en las estructuras políticas y comunitarias de la vida antigua, se ajustaría y buscaría su fundamento en la animalidad. Y el Zynismus contemporáneo, el de la Europa moderna, también sería, como el Kynismus antiguo, una afirmación de sí pero esta afirmación de sí se haría no mediante un ajuste a la animalidad, sino frente y con respecto al absurdo y la ausencia universal de significación.”
Esta cita explica uno de los preceptos más importantes para el cinismo: ante la falta de significación, el cínico adopta las maneras tradicionales de la verdad, del nomos por ejemplo y las lleva al límite, para así darle su verdadero valor, esto se relaciona con lo anterior porque estaríamos hablando de una verdad que implica un riesgo, ante una sociedad que no valora, el cínico dice la verdad, habla, representa. En segunda instancia, tenemos la referencia al concepto por Gehlen en Moral und Hypermoral “Define el cinismo como un individualismo, una afirmación del yo” (Ibídem, pp: 191) Finalmente Foucault señala:
“Afirmación de sí, una exasperación de la existencia particular, de la existencia natural y animal (…) una extrema singularidad, ya sea por oposición, como reacción al derrumbe de las estructuras sociales de la Antigüedad, o frente al absurdo del mundo moderno” (Ibídem, pp: 193)
A partir de estas últimas referencias, puede decirse que la postura de oposición no viene ligada a la rebeldía sino como una respuesta a la estructura que ha perdido su verdad, así mismo está representado la calidad de la vida del cínico como una existencia verdadera, es particular precisamente porque es un quiebre ante ese absurdo, un aullido en busca de significado.
Revisemos ahora las posteridades del cinismo en el arte, cuando Foucault se adentra en este tema, opina que es en el arte moderno donde puede apreciarse con más claridad el asunto de la vida verdadera que se ha venido planteando, debido a que la vida del artista debe ser particular, ya que su verdad debe estar constantemente expresada, a través de su arte y a través de sus actos, a partir de allí, comienza a dar las razones por las cuales podemos apreciar en el arte las posteridades del cinismo, estos planteamientos se considerarán en este trabajo con la obra de la artista cubana Ana Mendieta, de manera tal que podamos estudiar su validez o no en un ámbito más concreto.
La elección de Ana Mendieta parece adecuada para mostrar la vida cínica, pues su obra era en su gran mayoría trabajos con su cuerpo, repasemos los planteamientos expuestos por el teórico primeramente en este apartado : “el arte es capaz de dar a la existencia una forma en ruptura con cualquier otra, una forma que es la de la verdadera vida” la vida de Ana Mendieta estuvo regida bajo su arte, al ser una exiliada buscó en el arte su espacio, su mayor interés era el origen, a través de su trabajo se hizo parte de la tierra, no como una ciudadana de, sino como una mujer que volvía a lo primitivo, cuestión que podemos ver en su trabajo Siluetas, en la que trabajó la marca de su cuerpo en distintas superficies y con distintos materiales, en la arena, con flores, fuego, sangre. El segundo planteamiento sigue la misma dirección del anterior: “si bien tiene la forma de la verdadera vida, la vida, a cambio es el aval de que toda obra, que echa raíces en ella y a partir de ella, pertenece a la dinastía y el dominio del arte. “ (Foucault, M. El coraje de la verdad, pp: 200) La vida del artista es una constante representación de cómo ve al mundo, el artista dispone su intimidad para hablar de sí mismo y lo que piensa, siente, opina, en el caso de Mendieta las fotografías de Visibilizando la violación, una representación en la que la artista hace el papel de violada, poner en su propia piel las incomodidades de su mundo, son una representación de la verdad, una ruptura, no sólo porque hace crítica a la sociedad, sino también una ruptura dentro del mismo arte en la que la artista deja de lado los objetos y se convierte a sí misma en uno.
La obra de Mendieta nos parece que sigue la forma de decir veraz de forma polémica, esto debido a la crítica social contenida en sus obras con respecto al valor de la mujer en la sociedad de su tiempo (quien vive entre 1948-1985), la representación de una violación, la representación de su rostro ensangrentado y la representación de su cuerpo presionado fuertemente contra un vidrio, todos actos de ruptura contra la violencia hacia la mujer, contra la comercialización del cuerpo, es su manera de decir la verdad, parrhesía, pues en su mayoría son verdades incómodas, corre un riesgo al exponerlas no sólo por hacer una crítica sino también por sus recursos, como la sangre. Claramente es además su arte una representación de su individualidad, Mendieta fue exiliada de su país cuando sólo tenía once años, y debió crecer en país extranjero en el que no se podía reconocer, y en el que la rechazaban, a partir de su arte pudo encontrar su lugar el mundo, como pertenecía a él , pudo construirse, señalemos por ejemplo la obra de Diosas que realizó, Mendieta vuelve a través de su trabajo a lo primitivo para encontrarse con la figura de la mujer como un ente creador, fecundo, para encontrar su propio origen.
Habiendo visto estos planteamientos, y como tienen cabida, parece no sólo interesante sino importante revisar aún una cuestión: la vigencia de estas palabras en la actualidad, específicamente cuando nos referimos al ámbito artístico. Después de las vanguardias, para las que vivió Foucault, el arte perdió por completo sus parámetros tradicionales y a partir de ese momento el arte pasó a ser algo más conceptual que técnico, y hoy en día literalmente cualquier cosa puede ser arte. Si el arte se desarrolla en un espacio sin límites, sin reglas, ¿cómo puede en su modo ser cínico?, ¿de qué manera puede ser una ruptura, ¿de qué manera puede ser polémico?
En un artículo publicado el año pasado en el portal Hipermedula, que se titula El arte de definir quées arte contemporáneo, revisan el tema en cuestión, cuál es el arte qué tenemos ahora y que preceptos sigue:
El crítico Leonel Estrada lo define del siguiente modo: “Genéricamente, el Arte Contemporáneo es una discordancia que no se ciñe a problemas formales, técnicos o estéticos sino que es algo que afecta su uso social, creando perplejidad en la gente. Ya no es la belleza el canon de medida; ni es la perspectiva, ni la proporción, tampoco son ya la armonía y la simetría lo que este arte ilustra. (Hipermedula, abril 2013)
Si se consideran algunos de los principios básicos del cinismo volverán a coincidir con la definición que da en este caso, Leonel Estrada, porque está hablando de calidad polémica que puede tener el arte, que su función en la actualidad es crear una obra que lleve a la reflexión, esto se adecuaría perfectamente al decir veraz polémico, a quebrar la estructura cotidiana para poder hablar de la verdad intrínseca. Las declaraciones siguientes de las curadoras consultadas en el mismo artículo de Hipermedula, también parecen tener el mismo núcleo:
(…) En todas las sociedades siempre ha habido puntas de lanzas y el arte contemporáneo es una de ellas, no es el espectáculo para las masas. Es esa punta de lanza la que permite tener activo el pensamiento, el lenguaje en movimiento y en alerta los paradigmas y los mecanismos de control (Itala Schmelz a quién vinculan su manera de ver el arte contemporáneo con la de Pablo Heguera, de quién es la cita, Hipermedula, abril 2013)
El arte como un ente que da espacio a la reflexión, a la crítica, el arte además como espacio de construcción del individuo sobre su visión del mundo, sobre su visión de un tema, un espacio individual pero que dada su plataforma tiene alcance colectivo y por tanto afecta, influye dentro de la sociedad, en pocas palabras parece evidente que varias características del cinismo funcionan dentro del ámbito artístico. Podría pensarse aún que en la actualidad debido a la facilidad del acceso a la información que situaciones como la guerra, los asesinatos, las violaciones, el racismo entre otros, que pueden muy bien calificarse como terribles, se vuelven para el colectivo, hablemos en concreto por ejemplo de la sociedad venezolana, una parte más de lo cotidiano, estas situaciones, pueden en primera instancia causar algún asombro pero debido a ese carácter cotidiano, no hay una reflexión acerca de lo que sucede, es por eso que precisamente en la actualidad más que nunca el arte esperemos tenga las posteridades del cinismo que planteaba Foucault en 1984 como una hipótesis y se espera que sea así por una sencilla razón, si la verdad no es contemplada como tal por más que se le presente al individuo debe haber un espacio que la muestre tal cual es,, a través de las manifestaciones artísticas el individuo creador expone ante de los demás de una nueva manera lo que es común, el arte tiene algo del modo de ser cínico, critica, muestra, cuestiona, pone ante los ojos de los demás la verdad, y lo hace además sin ser aleccionadora, es decir, siendo arte permite una interpretación libre, como artista yo muestro mi verdad, está en sus manos verla, aprender de ella, ignorarla o negarla, pero yo como artista me ocupo de mí, y digo la verdad.