Contra los robots y a favor del mundo: seis poemas de METRO, de Manuel Montero

Uno de los principios de la cibernética es que nuestros cerebros se modelan como las computadoras, y no viceversa. Es decir, hay una forma estructural en la cual nuestro cerebro opera que está ligada a los unos y los ceros pero que, sin embargo, no es excepcional a la historia de la humanidad misma, a la neurología y a la forma en la que nuestro cableado funcionó siempre. Es una idea anticuada, rechazada por la mayor parte de los profesionales hoy en día, pero bastante original: implica pensar que lo cibernético no llegó como una promesa cargada de potencia, sino que la potencia paciente conservada en milenios de trabajo fue la que nos llevó a la invención de las computadoras.

Tomando esto en cuenta, es un poco impresionante lo poco efectiva que resultó la literatura de las tres décadas en poder fagocitar y metabolizar correctamente, desde el lenguaje, todo lo que pasa en el momento de comunión desaforada que sucede entre un humano y sus pantallas. En el principio, la forma en la que internet apareció en la literatura comenzó por ser básica: una serie de emails en una novela de Zadie Smith, lo escueto de los chats donde habita Tao Lin, personajes del mumblecore que se conocen en un foro de internet. En los últimos meses, las novelas de escritoras como Patricia Lockwood y Lauren Oyler intentaron, también, integrar cierto componente de la virtualidad hacia lo interior de sus producciones, pero fallaron en hacerlo en algo más que el contenido explicito y cibernético de sus tramas. Lo que tienen en común este tipo de producciones es que, lejos de preocuparse por la forma radicalmente diferente de pensar, hablar y escribir que tomaron los seres humanos desde la introducción de internet, se preocupan por cómo hacer aparecer al wifi sagrado dentro de la trama; como postales de la vida moderna que usan a las macbooks como tótems más que como dictaminantes de una forma de vida nueva. Por momentos, parecen escribir novelas decimonónicas o bestsellers trillados donde el hito de la innovación es mencionar a un router o tener un novio que es, en secreto, supremacista blanco.

Si la poesía fue, durante muchos años, el espacio de la vanguardia y la innovación, ahora nos encontramos en el camino contrario. Hay pocas excepciones, y creo que esas excepciones están en las producciones más jóvenes, de mi generación para abajo: encuentro, en la pluma zoomer de algunos de mis pares, una forma de hablar de este mundo hiperconectado que habitamos donde la conectividad no tiene que ser explícita, donde no es un objetivo sino más bien un punto de partida. La mención del rúter es innecesaria porque el rúter está en todos lados, como una presencia infalible que nos conecta entre nosotros y con el mundo, que nos configura y nos destruya desde el vamos. Metro, en ese sentido, es un gran ejemplo de esto, un hallazgo ante todo revelador. Manuel Montero logró en él algo que parece una genialidad y que tuvo el gesto displicente de regalar en internet,  como si el modo de circulación fuera también parte de la obra. Un PDF online que te llega por DM y se devora (pero que, también, obliga a la relectura).

En Metro, los narradores, los personajes, el mundo fragmentario y fragmentado que retrata tienen la cualidad de pertenecer a una totalización cibernética de las máquinas donde las máquinas no se mencionan porque son el punto de partida, existen en todo. En ella, el motor se compone como el centro de este universo donde el escape está signado por la derrota, donde la revolución existe solo como una letanía mesiánica, donde la sexualidad se habita como si fuera una película de ciencia ficción. En este poemario excepcional, la lírica logra habitar el mundo con la sinceridad de lo fundamentalmente cibernético. Tierno y camp por partes iguales, ensamblado por el código binario en tierra del fuego, el motor de Metro compone poemarios del fin del mundo, de futuros imposibles y batallas perdidas. Encontrarlo es una revelación para todos los que escribimos preocupados por el lenguaje de nuestro mundo muerto.

Julia Kornberg

Selección. Poemas de Manuel Montero

abner wille

científico, visionario y poeta

en el primer día del año 3028

y afiebrado por el ácido dérmico

(droga popular de la época)

 

descubrió la solución

a la crisis global de energía

que había asolado la tierra

durante siglos

 

ciego por ver demasiado

se acercó a su escritorio

y en la pared detrás

escribió una sola frase:

SALVE EL MOTOR

 la cosecha de energía

de su fuente primordial

y sin intermediarios:

el núcleo terrestre

 

el inventor

dejó los ácidos y las putas de lado

y comenzó la obra de una vida

 

un sistema

que interactuaría con el núcleo de la tierra

redirigiendo la energía pura

a través de la superficie del planeta

 

 

 

WILLE IONICS

PATENT NO. 00002028 // DIRECT CORE ENERGY HARVEST & TRANSNEURAL GRID SURFACE DIFFUSION MODEL

o para los pibes

EL MOTOR

diez años antes,

se hablaba de voltios como de kilates

 

diez meses antes,

al mundo le importaba sólo un hombre

 

diez horas antes,

ese hombre cargaba un planeta en su consciencia

 

diez minutos antes,

intentaba escapar por primera vez

 

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diez m?nutos después,

se había disparado la última bala del último conflicto bélico

diez h??as después,

amanecía sobre un nuevo mundo

diez m???? después,

aprendimos que la luz blanca resalta la suciedad

diez ???? después,

brotaba la Voz de las bocinas

la tecnología de luz sólida

volvió superflua la computación tangible

 

y en el acto de imprimir data en un fotón

el amanecer se volvió irremediablemente

un prime time de tráfico cibernético

 

el alba trae consigo recuerdos de la costa…

 

sí, y también

las nuevas tarifas de magnariel

junto a voces distorsionadas por la transferencia

dando la bienvenida en talk shows insoportables

 

era de esperarse entonces

que en la red obsoleta

de internet de banda ancha

se agolparan los perversos y los reclusos

buscando el último reducto donde ser en paz

 

era de esperarse entonces

que fueran excavadas madrigueras de información

apuntaladas por viejas máquinas pentiumX

 

era de esperarse entonces

que en el sótano prometido

terminara de gestarse

la revolución

 

se burla de vos

una chica

llamada neón

que vas a amar

 

hasta que el universo

colapse irremediablemente sobre ustedes

 

hasta que haya un primer plano de sus manos agarradas

mientras el mundo funde a blanco

 

¿tendrías más que silencio?

 

¿qué pasa cuando conocés a los buenos y te dicen

“los medios mienten,

tu padre inventó el mundo,

es hora de salir a cambiarlo”?

 

termina huyendo a lomos de un androide de patrulla

que dice todo el tiempo

go ahead, make my day

o

yipee ki-yay, motherfucker

 

y con la venganza quemándole los dedos

se sumerge en los  foros

buscando reclutas sin saberlo

 

así es como encuentra al heredero de un planeta moribundo

llorando poemas de mierda

en un monitor polvoriento

y hace lo que siempre se ha hecho

con los poetas imbéciles

 

primero le puso un arma en la mano

después, se enamoró

si un hombre salva al mundo y se vuelve loco

 

si un hombre salva al mundo y se vuelve loco, y lo encierran

dentro de una celda virtual que simula su propio cuerpo

 

si pasa eso, y encima él creó esa celda, y por lo tanto

es víctima de sí, y está encerrado dentro de sí

donde suicidarse es imposible

y enamorarse se vuelve aburrido

 

si un hombre salva al mundo y no llega a verlo pasar

 

si un hombre salva al mundo y no llega a verlo pasar, y sabe

que da lo mismo intente lo que intente, y se hunde en su propia mente

 

si pasa eso, y encima sabe que quienes lo encerraron

no van a parar hasta diezmar la población planetaria

a un porcentaje aceptable para el apropiado funcionamiento

del sistema

 

si pasa todo eso,

¿cómo creen que se sintió

cuando abrieron la puerta de su celda

y su hijo lo miró a los ojos?

 

“de muy chica lo aprendí, beni

no somos más

que todo lo que decimos

antes de matar”

 

neón a beni

antes del fin del mundo