Tiempos de quiebre

José Ignacio CabrujasJosé Ignacio Cabrujas es reconocido por su cualidad de dramaturgo. Ahora, como hombre de creencias, puede decirse que vivió varias; su infancia se desarrolla en Catia mientras estudiaba en el colegio de jesuitas San Ignacio de Loyola, su juventud se llena de los ideales comunistas por lo que termina en la cárcel, acusado por sus propios compañeros y finalmente como adulto podríamos deducir, que quiere desligarse de cualquier estructura de pensamiento rígida, que José Ignacio Cabrujas quiere ante todo sinceridad:

 “A lo único que yo quisiera apostar en mi vida es a no engañarnos más. Es esa la desesperada necesidad que siento en este punto de mi vida. No quiero engañarme ni engañar a los demás”  (Cabrujas, José Ignacio. 1987)

Esta sinceridad no sólo se la pide a sí mismo, sino que la aspira también para la sociedad venezolana, y esa aspiración de honestidad, esa necesidad de toma de consciencia de sí mismo, es lo que vemos en varias de sus obras de teatro, léase sino el monólogo del personaje Cosme en Acto Cultural, donde envuelto en la obligación de hacer una representación teatral se perfila a sí mismo:

«¿Qué me gusta a mí? Esos quince rones después de las seis de la tarde y el culo de la alemana que todos conocemos. Y nada más. Quince rones y el culo de mi alemana. Pero entonces me dicen: “¡La cultura!… ¡La obra!” Ah, bueno…, entonces la cultura…vamos a hacer la cultura para que nadie diga que yo no colaboro con la cultura. (…)”  (Cabrujas, José Ignacio. 1976: pp 168)

Resulta bastante adecuado recordar el tema de la honestidad, cuando vivimos un momento como este en el país, cuando las calles son caos, la televisión dice poco y no hay papel para el periódico, resulta más pertinente aún leer la obra de Cabrujas, no sólo teatral sino ensayística para poder asumir consciencia de quiénes somos como país, pues sus palabras no han perdido vigencia, y si no la han perdido es porque aún no hemos asumido quiénes somos, cuáles son nuestras carencias, nuestras virtudes, como ciudadanos, como país, es porque aún seguimos siendo un país que no ve hacia el futuro, cuestión que  Cabrujas traducía como la estadía en un hotel:

«Vivir, es decir, asumir la vida, pretender que mis acciones se traducen en algo, moverme en un tiempo histórico hacia un objetivo, es algo que choca con el reglamento del hotel, puesto que cuando me alojo en un hotel no pretendo transformar sus instalaciones, ni mejorarlas»( Cabrujas, José Ignacio. 2009: pp 47  citado por El Nacional. 1988)

Durante las últimas semanas el país ha vivido una situación de inestabilidad que traduce nuestros problemas interiores, que los pone a flote, no se hable (ni señale) de  ningún poder ni partido, sino de la sociedad venezolana en su totalidad, y ese quiebre que hoy vemos traducido de muchas maneras (algunas que nos alientan otras que nos asustan) también lo expone Cabrujas en sus personajes, quienes en algún momento de la obra se dan cuentan de su realidad, véase por ejemplo el quiebre de Manganzón en Profundo, la trama de la obra sigue a unos personajes que buscan la riqueza del padre Olegario en el patio, cavan, rezan y se proclaman libres de pecado para poder merecer el tesoro que según la Franciscana esta en el hoyo:

 «Manganzón (grita).-¡No hay nada! ¡No hay nada! allí en el hueco, no hay nada… Allí no hay nada…Ni un clavo, ni una tuerca vieja…¡Nada! ¡Tierra! ¡Tierra! Es un hueco para mear… es un meadero! » ( Cabrujas, José Ignacio. 1971: pp 68)

El personaje se sincera y casi de manera cínica  asume su realidad, sin embargo los otros personajes lo conducen y lo calman para que vuelva a cavar y cavando se encuentra con una cloaca, que en primera instancia les produce molestia por el olor pero a la que pronto dicen acostumbrarse, en este caso el personaje no pudo mantener su posición de aceptar la realidad, aunque sabia lo que ocurría, su quiebre se quedo ahí, lo que viene a reflejar de manera clara el momento que esta viviendo la sociedad venezolana, por dos razones : primero, hay mucha gente que ha tomado consciencia de lo que sucede,  no solo en las calles, sino con el país en general en cuánto economía y seguridad, por ejemplo, pero esa toma de consciencia se ha convertido en : a) una toma de acción que no lleva ninguna dirección y b) en un estado como el de Manganzón en el que asumir la realidad y actuar ante esta, parece un inconveniente que se quiere dejar para después.

Cabrujas no podría proponernos una solución a lo que vivimos estos días, ni tampoco sus obras, pero definitivamente su trabajo nos llama a la reflexión de quiénes somos como país, y es precisamente eso lo que necesitamos en este momento ser ciudadanos críticos de lo que ocurre en Venezuela y de nuestras propias acciones hacia el país, necesitamos en pocas palabras asumir nuestra identidad, reconocernos, aceptar que no todo es blanco y negro, en pocas palabras tenemos que dejar de engañarnos.