Que este lugar no me abandone, este patio,
esta sábana extendida para atraer a los caballos
rodeo el panorama inmóvil
su olor se distribuye sobre los objetos rústicos
y las ruedas hechas añicos
a causa de tu intemperancia
que tampoco me abandone la yedra visceral
arrumada sobre las tierras ecuestres que pisoteo
ni esta ciudad prehistórica que consume
de rodillas su ansiedad de vivir.
En esta tierra que llena mis oídos
donde un pájaro canta
en medio de la luz que florece bajo la brusca nieve
o en el polvo sin origen
veo el pensamiento que se forma en el agua
la huella del oro impresa en el viento
el tiempo que nunca tiene razón
y jamás me revela lo que hace
y derriba mis defensas.
Por ese rostro mío tuyo…
a S.
Por ese rostro mío tuyo
que has olvidado
por ese recuerdo me llamas
y ya no es tu boca sino otra boca
y no son tus labios sino el viento
y tocas fondo hasta llegar
al gran problema
aquí bajo este cielo
sin herencia sin alma
aquí sobre esta tierra
sin sueños sin nieve.