Poemas de Diego Alfaro Palma

MADRIGUERA

A esta casa han llegado todos los huérfanos: objetos o personas o es esto la letra de una canción de velador, real como el vacío agitándose en la materia, las hojas barridas por el temporal, la imagen de un chevy en el óxido del patio mientras los niños que nunca tuvimos juegan a las escondidas sin saber por qué y pedimos que suban el volumen a estas cosas, sacarnos de una vez de los bolsillos: El amor ya no es lo que habita entre medio, sino el dolor que nos une a otros.

SALMÓN

En el trayecto que va
de la farmacia a la comida china
no temas olvidar
quién fuiste
aquella vez en un río del sur
la corriente helada entre las piernas
los restos de alerce varados
o esas tres toninas que te siguieron el paso
porque más terrible aún
sería volver a ese lugar
sin reconocer las señas
de quien has llegado a ser
cuántos mares bogaste
para desovar estas orillas.

 

 

I

Pequeña Jeanne de Montreal
este comienzo nunca fue bueno
¿Qué hacer? ¿Cómo devolver la marcha de las cosas?
¿Cómo encontrarse en otra parte que no sea esta pobreza
nuestros dobles sueltos por el mundo? Lo que debí o no hacer
o lo que pudimos o debimos está en el vagón de un tren
deja pasar el paisaje tras la ventana
finge que se vive otra forma que no sea esta
la ficción de cada cual atravesando Buenos Aires
la llovizna sobre tu bicicleta pequeña Jeanne
lo que aquí dejaste te esperará intacto
en Uganda en Praga o en todos esos lugares
de los que me hablaste en el bar y en donde nunca he estado
tu cara al despedirme en la puerta
y lo hubiéramos dado todo y nada por una novela
¿has llegado a Montreal? ¿Quién te recibió?
Nunca seré un juguete que quepa en una maleta
nada merece ser guardado
y en fin qué punto somos dentro del diseño infinito de las cosas
qué objeto nos define al ser puestos en una sala en blanco
a baja luz como el museo donde trabajabas
la gente buscando fémures de dinosaurios
los perros de mi barrio fuera de la carnicería
ser actor sobre un escenario desértico
trabajar los domingos y perder la luz de los parques
el sonido de los vagones al entrar en la provincia
nos faltó cuerpo para entrar a esas dimensiones
mientras las playas se sacuden al viento
las ciudades arden y toda promesa es una revolución posible
he estado en menos de la mitad de los lugares que nombro
y me hubiera gustado esto o aquello
con tal de haber nacido en otro ángulo de este diagrama
lo que alcanzas a llevar de ti a otro sitio
donde un lenguaje distinto hace funcionar el alumbrado público
te preguntas cuál es el fin de todo encuentro azaroso
el olvido de cualquier anterior la máscara de una comedia veneciana
la pobreza de la traducción o cómo decir lo que se debe en el momento justo
la noche es una maestra cuando soñar es una mala sinopsis
sobrevivir las mañanas de té con especias
con un séquito de niños hambrientos siguiendo tus pasos
te digo los antiguos pueblos normandos
doblaban las ramas de ciertos arbustos
para medir con la sombra el movimiento del tiempo
una rosa sobre la última mirada que hechas a tu habitación
tu amigo que quiso dibujar un árbol en la pared
al extrañar la forma salvaje de la naturaleza
¿Has llegado a Montreal pequeña Jeanne?
¿Quién sustituirá el espacio que dejan los muertos?
Me he dedicado a recoger fotografías antes de conocerte
pienso que no sirvo para nada más que eso
una es de un tiburón en una pecera sostenido en un líquido denso
la monstruosidad de reproducir el pasado en el presente
te dije debimos de habernos conocido antes esto es tuyo estaba en el mesón
y tienes el rostro de esas muñecas de porcelana
lo mejor sería no consultar las cartas del tarot
otra imagen es el mapa de un barco para el transporte de esclavos
te pregunto ¿existe el amor en esas circunstancias
puede la fractura de toda dignidad ser el punto ideal?
me hablaste de pueblos en donde la gente no elige vivir
veo el post de un exalumno del liceo donde fui profesor
decepcionado de quien resultó ser no sé si mi vida es tan de perro o una farsa
te ayudo a sacar la bicicleta nos reímos en cualquier momento llueve
en las noticias hablan de Egipto Siria Brasil
merde ben tant pis je viens quand même
Pequeña Jeanne y tu vestido de gitana en otra vida en otra parte
esto no es el viaje en el transiberiano ¿Cuánto falta para Montreal?
Y si te digo que una vez pensé en tener una casa hijos un trabajo estable
que me vine a esta ciudad escapando de mi mismo
que nadie puede escribir algo decente si no ha pasado hambre frío calle
ver una generación apostando sus mejores años por el poder y la avaricia
te llevas un tordo a Montreal
nos vimos solo cuatro veces y esto podrá parecer una escusa
para decir un puñado de cosas sobre un plano.

IV

A mi abuelo los pacos le sacaron un auto
se lo devolvieron a los seis meses
pero a él no le pasó nada
Mi mamá fue a una protesta a los días
un tío la rescató de entre la multitud
pero a ella no le pasó nada
Mi papá era tercer piloto mercante
supo que habían arrojado cuerpos al mar
pero a él no le pasó nada
Un amigo desenterró libros de su casa
casi veinte años atrapados en la humedad
pero a ellos no les pasó nada
Fuimos afortunados pequeña Jeanne
y pensé en lo distinto
una llovizna como la de esa noche en el bar
las fuerzas especiales cerrando el liceo
con los chicos nos sentamos en la plaza
tenían hambre frío no tenían donde ir
jugamos a hacer mímica adivinando películas
conversamos con unas galletas
de a poco se me fueron acercando
una ballena con crustáceos en la espalda
rimando sonidos en esa densidad
cómo y dónde duermen me pregunté
por qué varan en playas desiertas
y las niñas que desaparecían para prostituirse
y la otra que fue violada por el papá
la chica golpeada por la madre
el que vivía en un parque cerca de mi casa
o el punk que nació para vivir en un hospital
los que nunca tuvieron infancia obligados a trabajar
mi mejor alumna se suicidó
escribía poemas obras de teatro enormes
terminaba antes que todos
nunca entré en su mundo
la excusa de las cuarenta y cuatro horas no es suficiente
esa tarde Jeanne la lloré entera pensando que pude ser yo
y si me quiero acordar de su nombre no puedo
y si quiero ser otro no puedo
y si quise ser un hombre ejemplar
recuerdo solo esa mañana en Peñalolén
los tordos picoteando semillas
nubes de gas lacrimógeno
surcando la ciudad.

VI

El Buda es toda compasión
Montreal es toda compasión
en Chile la noche es eterna
bajo ella se cierran las flores del loto
el sonido del tren como esporas
el viento curte nuestra piel
la realidad es una pantalla táctil
la sobriedad de sus íconos
el mantra del río nos levanta cada mañana
carpinteros astillan sus manos
la energía fluye hacia las industrias
toda posesión es engaño
tú y yo quisimos tener personas
coleccionar sus gestos y objetos
la conocí por cuatros años sin llegar a nada
llegar a nada Jeanne es un impulso vital
el minimalismo en que nos deja el amor
Bertolt Brecht se sentaba en su cama a escribir
los viejos libros explican la sabiduría:
apartarse de las luchas del mundo
transcurrir sin inquietudes la brevedad del tiempo
librarse de la violencia dar bien por mal
no satisfacer los deseos olvidarlos
y quisiéramos vivir bajo un parrón los domingos
tener una casa en el lago como la de ella
ver veranos enteros el polvo envolver al cardo
los tordos se posan en ellos a trinar
sus autos entran a terrenos privados
el camino se adoquina
sus lanchas descansan en los muelles
una vez se escapó de esos almuerzos
rodeando la orilla hasta mezclarse en un desfile
comió empanadas manchando su vestido
mientras volantines se desplomaban en los sauces
ahora solo me la encuentro en los sueños
duermo poco mucho tal vez casi nada
y he intentado aprender las cartas del tarot para saber si me piensa
y sin embargo debemos anular todo pensamiento
dejar que la voz retumbe hasta la espalda
entrecerrar los ojos repetir palabras sin sentirlas
descubrir el velo hacia el vacío
la ciencia es inútil en esos puntos
es por eso te pido Jeanne olvida Buenos Aires
respira con ritmo regular
no violentes la realidad
sé como las cortinas sacudirse en el lago.

De Litoral Central (Inédito)

 

TRAS VISITAR EL PARQUE DE LA MEMORIA

En el país de mis cuatro años no había música que recuerde o fuimos al parque

con otros niños
en el pasaje jugábamos a las bolitas o con autos de plástico pero nunca más allá

de la línea
(a los niños los viene a buscar un auto negro les ofrecen dulces les sacan las corneas el hígado el vaso (pero el vaso no sirve para nada))
mientras mi mamá cocinaba o le escribía una carta a papá yo me sentaba a oír

los temblores pasar bajo la alfombra
habían otras parejas que las habían distanciado él con una casa en el mar ella mirando

florecer el desierto
eran como nosotros tenían una tele una radio les gustaban los libros los domingos por

la tarde conversar con los vecinos cortar pedacitos de queso servirlos en la

boca del otro
escribe escribe escribe y el censurador llegando a su casa a jugar con sus hijos la

chaqueta colgada de la silla mi amor este fin de semana arrendaremos una casa

en la playa tiene forma de A habrá sol y una habitación para los chicos

las cenizas confiscadas el silencio de recordar es un acto revolucionario aquí

fueron treinta mil y no me puedo sacar la imagen de que eran como nosotros se

decían te amo se abrazaban discutían anotaban los gastos tomaban desayuno

 

Autor: Diego Alfaro Palma

Diego Alfaro Palma (Limache, Chile, 1984) publicó los libros de poemas "Tordo" (Cuneta, 2014 / Limache250, 2013) y "Paseantes" (Ed. Temple, 2009). También realizó la antología de la "Poesía reunida de Cecilia Casanova" (Ed. Univ. de Valparaíso, 2014) y reeditó la "Antología de Ezra Pound en Chile" (Universitaria, 2011). Tradujo "El pensamiento zorro", prosa de Ted Hughes (Limache250, 2013). Sus ensayos han aparecido en "El horroroso Chile. Ensayos sobre las tensiones políticas en la obra de Enrique Lihn" (Alquimia, 2014) y en varias revistas de Chile y el extranjero, entre ellas la importante revista alemana Alba. Su libro “Tordo” recibió el prestigioso Premio Municipal de Santiago en 2015 y anteriormente una mención por su borrador en el Premio Nacional Eduardo Anguita en 2013.