Poemas de Edwin Paredes

Delírium trémens

dirás

mi reino es esté ato

mientras sumerges tu sangre en la mía

me darás de beber tu sed

y saldremos a devastar al mundo

dibujaras una isla en el polvo

pondrás de rostro tu verdad

y me invitarás a domesticar el cierzo

mantendrás tu cuerpo en vigilia

para que no alcance ver el arroyo

que recorre mis pies

yo estaré esparciendo

almíbar a tu sexo

para que perfore mi piedra inerme

diré

es aquí el incendio

donde la zarza agoniza

como lo hace la mujer al umbral de la luna

como lo hace el hombre al final de la urna

ven bebamos su lava

nutramos nuestra raíz

edifiquemos nuestra casa

sobre ésta arena

sólida como el agua

dirás

es aquí los lóbregos jardines

donde fenecen las lágrimas

como lo hace el hombre al final de la ceniza

como lo hace la mujer al umbral de la maleza

ven hurtemos la brújula de las olas

nutramos nuestra raíz con su espuma

decoremos ésta piedra con la sal de la herrumbre

[[eres tan compleja e inhóspita

como el éxodo que nos unió]]

dirás:

te reconozco

en la nigromancia de las paredes

en los hijos no soñados

-todo es ceniza

y la longitud de tus palabras

están atascadas en mi garganta-

-en qué rostro

perdimos el tacto-

diré:

toda belleza se nutre de carencias

y mis ojos nacerán

cuando encuentre mi rostro entre la tierra

-llévate tus huesos a coronar otro cuerpo

deshabitado-

dirás

naceré en ti

cuando las flores se limpie el polvo

cuando la noche nos muestre sus manos

entonces no ocultaré más mis cicatrices

diré:

(((intentaré pegar las alas del fénix

a éste sueño que habita los sentidos)))

avanzarás un paso

y retrocederás dos

 

Silencio a media luz

mi cuerpo es un cigarrillo

en el bolsillo de un anciano

se detonan mis lóbulos

en una sala de hospital

me mezclo

con el sudor cuarteado

de éstos muros

mi primer apellido

apuntala mis brazos con alfileres

-la sangre se nutre de cruces-

-la sangre se nutre de-

-la sangre se nutre-

-la sangre se…

qué sangre

si mi recipiente oblicuo

se está quedando vacío

mientras desprendo las gasas

me voy cubriendo los ojos

dicen

que debo consumir vida

que debo aprender a colorear la oscuridad

-aprenderé amar

los animales de mi tórax-

-quizás encuentre en cada piedra

partes de un yo lejano-

retumban las teclas

de un piano disonante

en cada átomo disforme

de mi estructura ficciosa

la carne destruye sus cimientos

la carne es autodestructiva

-mis progenitores no levantaron su prole

otra vez sobre mis rodillas-

volví a flotar la lámpara

ésta vez no salió el genio

ayer le pinté un rostro a las paredes

para existir

sí soy una sombra

atesorando esquirlas luminosas

lo sé

no nací para sembrar en el huerto de la hierofanía

nací para yacer entre nudos de sulfato

-me sembré en la hipocondría

de un desahuciado

que espera la noche y su eutanasia-

desdoblar las llagas para tocarse

es el camino nupcial del hombre

siento latir la inmundicia

avara del orbe

soy su fisión

en mí se detona

-recreo sus aberraciones-

no hay sendero

que en sí mismo se construya

pero me cubro con la tierra

que yacen bajo mis pasos

-el cráneo es un cascaron-

mañana seré un guante gaseoso

en la atmosfera de sus ojos

mañana:

me apagaré en el bolsillo de ese anciano

no podrán distinguirme de la ceniza

-todos somos parte de la misma maza oscura-

 

Alegorías de la ceniza

algo dentro

agoniza

las manos de un anciano

con el infantil rostro de un niño

encarna mis muñecas

acaricia la derrota cicatrizada

una parte de mí se retrata

en la furia de un mastodonte

los restos policromados

gravitan un planeta oscuro

dentro un infante se asfixia

con el cordón umbilical de mi madre

con los latidos escleróticos de mi padre

-mi corazón es un piano empolvado

toca la misma melodía

la más alta y más angosta

drena flores negras por sus poros-

la cabeza es un circo amorfo

y la ruedita del gáster no deja de girar

-un día devoré la miel del mundo

y un avispero cercenó mi garganta

un día vestí su paz

y maté mis antiguos nombres-

qué puedo decir que la ceniza no esparza

qué puedo escribir que el agua no desangre

qué puedo callar que el cuerpo no vulnere

¡ah ésta necedad!

de seguir escarbando en las llagas

buscando rearmar

lo que ahí dentro seguirá roto

-esfúmate como globo aerostático-

-esfúmate como globo aerostático-

-esfúmate como globo aerostático-

-esfúmate como globo aerostático-

soliloquio…

intento convencerme

que el grito de sirenas cesará

cuando entregue mis ojos

pero al reverso de mi sombra

florecen las catedrales del sexo

postro mis rodillas moabitas

y reptan escorpiones por mis venas

el reloj desarma su esqueleto

y algo dentro sigue huérfano

enciendo la rockola de mi abuelo

para beber del vaso de mi madre

el reloj se desprende de sus últimas piezas

y mi infancia aún no descifra los algoritmos

se pierde en el sueño/ de que alguien más lo imagine

//algo dentro está roto/frustrado//

 

Cuerpo maquina descomunal

una extensión mía

está naciendo ahora

otra agoniza

tengo demasiados cadáveres

convergiendo conmigo

tan pequeñas las manos

para cubrirles los ojos

muerdo la piel

desprendida de mis costados

sangro por los estigmas de la lanza

nombro

y cuento mis piezas

como parte de una ecuación milimétrica

el caos que me engendró

anuncia que el oficio del hombre

es contemplar su materia inerte

provista para saciar

la avidez de lo absurdo

-tengo mundos

donde ocultarme

pero carezco de rostro-

una extensión mía

se cubre los ojos

para nacer de lo inerte.


 

Edwin Paredes (Ecuador-Loja). Miembro del taller “Palabrar CCE”, de

Hamebus poesía  y de la Revista letra Fuego donde publica y es

Subcoordinador. Ha participado en recitales en Loja: en el ciclo de poesía

Señor Gagon, Mymetica, Poesía Brutal; en el Cantón Calvas (Pinceles

Insurgentes) y en Paltas (Noche cultural). Su poesía aparece en cartoneras

locales tales como: “Demolición” y “Grito Insurgente”. Ha publicado también su

poesía en blog tales como: Raspesaurio y Cromosoma Lunático. En revistas

digitales: Espora, El Faro, Palabrar y una muestra impresa de su poesía

titulada “Escapando de la noche y su muerte”.

Autor: Gabriela La Rosa

(Caracas, 1993) Le gusta leer y escribir cuentos. Estudió Letras en la Universidad Católica Andrés Bello. Cuentos y poemas en los portales de Digo Palabra, Err- magazine y Revista Ojo.